El 2008, el volcán Chaitén erupcionó
fuertemente. Los sureños de la octava región, nos enteramos a través de la televisión que
mostraba imágenes espectaculares. Increíble
cómo la naturaleza tiene actividades imposible de imaginar... un
hermoso paisaje.
Lamentábamos la tragedia de quienes vivieron
en carne propia y tuvieron que dejarlo
todo. Y yo, a la vez lamentaba ver como el
río se llevaba una infinidad de piedras pequeñas
y redonditas que se fueron formando al caer la lava y hacer contacto con el
agua. Sentí envidia de los que viven allá... que maravilla resultaba después que la humareda cubría la atmósfera, creando
distintos tamaños de cenizas solidificadas moviéndose lentamente sobre el río quedando atrapadas a la deriva…
cuanto de eso, es apreciado por muchos y que solo vimos por televisión.
En el 2010 me tocó
vivir por primera vez en mi vida,
algo espectacular en términos de movimientos telúricos, me refiero al terremoto
del 27 de febrero. Y a raíz de lo mismo, un día despues de 2 años, un grupo de compañeros de oficina, decidieron ir a una zona cercana a
fin de visitar uno de los lugares que sufrió un notorio cambio físico, en la playa de Morhuilla, de la comuna de Lebu , en que el fondo marino subió alrededor de 2 metros o mas y donde quedaron a la vista grandes rocas que antes
no se conocían.
De pronto observé unos puntos que brillaban en la arena mojada.
De pronto observé unos puntos que brillaban en la arena mojada.
Y
mientras el grupo se dirigía a la orilla del mar, me fui a ver qué eran tantos puntos de similar
tamaño y comencé a tomar una y otra y otras más, hasta llenar mis bolsillos. Estaba
tan contenta, porque era tal la seguridad de que lo que quieres llega a ti, que
pensé… tanto fue mi deseo por tener aquellas piedras, que éstas llegaron a mí. No
hice nada por encontrarlas, pero lo repito… ellas llegaron a mí . Nadie
mas vio ni tomó en cuenta, esas
piedrecitas pequeñas livianas y porosas, que después de 4 años fueron entregadas por el mar a las playas del norte -en relación a Chaitén-, eso quiere decir que viajaron a través
de la corriente de Humboldt. Supongo eso porque aun estaban encima, porque si
fueran anteriores, obviamente estarían muy por debajo de la superficie pues la
arena las hubiera tapado hace mucho rato, y no tenemos volcanes cerca. Pues los
de Temuco, no quedan en las cercanías
del océano.
Cuando
llegue de vuelta al bus, les mostré la bolsita de piedritas que había recolectado
diciéndoles entera y con plena seguridad…
“…miren… piedras del volcán Chaitén….”
y entonces sorprendidos se agolparon
a mi alrededor y sin dudarlo exclamaron…
¡del volcán Chaitén!
Bueno, con eso concluyo que, cuando menos se espera, la ocasión llega a ti y aunque sea increíble, tuve en mis manos
piedras volcánicas… y apenas las tomé se me vino a la mente aquellas piedritas
que una tarde vi por televisión y me dije… ¡son del volcán Chaitén!... y con
eso me quedé.
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