De sus anécdotas y aprendizajes siempre
recuerda especialmente una lección de vida que nunca olvidará, porque hasta este
día la cuenta y la recuerda como si
fuera ayer.
Dice
de su padre, al cual admira: … “su fama de hombre justo era conocida en el pueblo. El salario cancelado
a tiempo a sus maestros, lo catalogaba
como tal, así como en los agasajos, la disposición a ayudar y meter las manos
al bolsillo para dar un “billetito”… era conocida por quienes le rodeaban.
Erundina cuenta que en una oportunidad, ella estaba
comiendo una fruta y su papá le pide una
“mascada”… ella se negó argumentando que, … “me queda poco” -le dijo-… él la mira y sin
decir palabra, se fue a su taller, -la fragua-.
Al
paso de la semana su padre llega con un
almud de manzanas y reparte una porción a cada uno de los que estaban allí,
y… cuando llega hasta ella, le dice… “a usted, no señorita” y tomando el
almud se retiró de la cocina. Ella,
llorando se fue a su cuarto y allí se quedó por largo rato –cuenta- Eso para
ella, pasó a ser la lección de su vida, porque a partir de ese momento y para
el resto de sus días, cada vez que se servía algo, lo primero… era buscar a su padre y ofrecerle de
su manjar. Tan profundamente le llegó esta lección, que en una oportunidad se
fue al retrete donde estaba su padre para compartir una pastilla pasándola por
la rendija.
Erundina
esta muy orgullosa de su padre, cada vez que se acuerda dice con emoción.
… “Mi
papá nunca peleó con mi mamá, y estaba siempre atento a ella, lo pasaban muy
bien… se querían mucho…” -Indalicio López- vivió la época, en que la televisión no
existía y la radio era un escaso elemento, sin embargo él poseía el
admirado transistor y con ello se las
arreglaba para estar al día en la noticia. Sus
amigos, las autoridades de aquel
entonces, como el jefe de correos, registro civil y vecinos acudían muchas
veces a su casa a enterarse del acontecer noticioso, porque además se instruía
con el periódico semanal y gustaba compartir sus conocimientos, por lo que se daba el tiempo para realizar reuniones y ponerlos al tanto de lo que
ocurría en el mundo, porque no todo era estar bajo el yugo del trabajo.
Sus
actividades sociales eran de mucho hacer
y siempre estaban ligadas al pueblo y al municipio.
Cumplió funciones en bien de la comuna, en una época dorada, en términos de hacer el
bien sin percibir salario alguno, solamente por querer servir al que lo
necesitara y acudiera a él con algún problema. Es decir, estaba siempre atento
a sus semejantes.
De ello queda este testimonio que se muestra y que da prueba de las ceremonias que se realizaban en ese entonces reconociendo así, las virtuosas acciones de los ciudadanos de este pequeño pueblo de grandes adelantos para la época.
Ese fue el caso de, su padre Indalicio López Soto, padre de 7 hijos, de los cuales Erundina López Cartes -hoy con 100 años- y José A.López Cartes, siguen entregando alegría con su compañía y vivencias tanto a familiares como a sus amigos.
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