Wednesday, November 10, 2010

UNA MANO AMIGA

La Noche en que Dios acompañó a Diego

El viernes 08 de Octubre a las 24,30 horas, ya acostados, preparándonos para esperar el sábado a que llegara Diego desde Santiago, levantarnos mas relajados sin obligaciones de oficina, solo las de casa, ya acomodados para dormir cuando, suena el celular de Rolando. De un salto nos movimos de la cama, pues no es común que alguien llame a esa hora, pero como Diego viajaba esa noche, existe en el ambiente una tensión lógica y natural, siempre se está en alerta instintiva. Y, precisamente era Diego que nos informaba que todavía estaba en el terminal, que no sabía que pasaba y que tal vez saldrían en un rato más( 24:35). Después de un rato, cerca de las 01:00 horas, lo llamamos nuevamente si se resolvía la situación y si saldría o no. El nos dice, hay mucha gente reclamando llegó carabinero y la televisión, tal vez salga el bus como a las 01 y tanto...nos decía con una perceptible esperanza.
Los usuarios muy enojados interpusieron un reclamo en contra de la empresa TurBus, porque según se había informado, que no tenían chofer de reemplazo -nos contaba- que, el que viajaba esa noche, no había cumplido las horas de descanso correspondientes. Eso se supo justamente porque los inspectores andaban fiscalizando a esa hora el terminal y descubrieron que el chofer no tenia completo su descanso, esa era la verdadera razón. Así es que al tercer llamado, como a las 02:35 de la madrugada del sábado, ya era definitivo no había salida de buses para la VIII Región – Los Alamos, a 700 kms. Rolando en comunicación constante para ver que se podía hacer, lo que no era fácil, ya que era de madrugada, el metro lógicamente tenia las rejas cerradas, y a eso se le agrega un sinfín de riesgos en la capital de Chile. Los riesgos en una metrópoli como esa, son muy altos, y desde la distancia no puedes hacer nada más que llamar y dar aliento e ideas por la línea telefónica, a esa hora, y con los bolsillos pegados a la pierna, solo la tela y el aire. Claro, confiado porque al día siguiente llegaba a casa, no se preocupó del dinero, lo encontró innecesario o ya lo tendría al día siguiente. Pero en ese momento, sí era necesario contar con un billetito, que lo habría dejado tranquilo -y a nosotros-, buscar un taxi y dirigirse a su residencia, a Macul, que es donde vive.
Hoy, la desconfianza atraviesa cualquier férrea muralla, ya no se puede confiar ni en el mas fiel amigo del hombre, cosa demostrada, ya que las noticias diariamente nos informan de ataques de los pitbull, ahora ya es cualquier perro, hasta los San Bernardo, que eran de las razas más pasivas de perros. Esa noche, ya con sueño, nos quedamos en espera de un nuevo llamado, para ver el desenlace de este inesperado, viaje truncado por razones absurdas, pero que suceden de vez en cuando, que aunque se piensa que podría ser, se desechan inmediatamente, precisamente por lo absurdas.
Rolando le preguntaba a Diego si conocía a algún pasajero que pudiera venir hacia Los Alamos, y ver si juntos podrían ver que hacer, él titubeo, mientras miraba a su alrededor seguramente, y dice ¡No… no conozco a nadie¡. A lo que Rolando le pregunta por los Carabineros que andaban allí, y tener la posibilidad de hablar con uno de ellos a ver que solución surgiría del diálogo. En ese momento, mientras seguían en el celular pensando en voz alta, Diego le dice espera papi…, aquí viene un joven que dice que me conoce… A ver…. dame con él -dice Rolando-
¡ Aló…Aló…! Hola con quien hablo?… hola don Rolando.. yo conozco a Diego, y a Ud. también, una vez fui a su casa, a conversar con Ud… yo soy de Los Alamos…pero ahora trabajo acá en Santiago… -ah, ya…, bueno… te encargo a Diego a ver si puedes ayudarlo….por favor- …. Sí, no se preocupe, yo conseguiré que la Sra., donde pago pensión… le de alojamiento,, no se preocupe Ud., ¡ya… que bueno muchas gracias¡ … Chao, hasta pronto y cortan la comunicación.
Bueno y así, a las 03:00 de la madrugada nos comunicamos para finalmente saber que Diego estaba bajo el amparo de una mano amiga, atendido con unas galletitas por un joven, que se le apareció de entre la gente en dirección a él, para saludarle y brindarle su apoyo diciéndole: “…Hola… yo te conozco… tu… te llamas Diego y eres de Los Alamos…”
Así fue, que nuestro hijo, esa noche durmió lejos de su casa, acompañado de un joven desconocido al que no había visto nunca, pero que sin duda, ese rostro no se le olvidará jamás.
Después supimos que el joven había ido a casa hacía un tiempo, para solicitar el cerco y escribir allí... un mensaje bíblico.

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