Monday, October 27, 2014

El "Terapeuta"

       Durante  mucho tiempo transitó por las calles de Los Álamos,  un caballero vestido  de negro, camisa blanca y corbata. Crecí viéndolo de la misma forma, su oscura y pulcra figura lo diferenciaba, se veía siempre impecable, educado,   sonriente  y a todos saludaba.   Destacable, no todos saludamos a  nuestros semejantes.
          Lo vi durante años con su maletín de mañana  o de tarde, siempre ágil, de rápido andar y atenta mirada. Cada vez que me encontraba con él tenía un simpático “buenos días” nos cruzábamos día a día, y eso era todo. Lo miraba… lo veía… pero jamás pregunté que hacia con ese maletín, ni a donde iba todos los días,  quien era, donde vivía, ni algo tan esencial como su nombre.
         Es que, para ello había una explicación, él era conocido, por todos los alameños … por lo tanto habría sido  como preguntar, quien es Luis Miguel…? así  de conocido era.  Y, la razón es que, ese caballero de amable sonrisa, era victima del chileno al que le sobra la inteligencia… pero para poner el  apodo que se le vino a la mente, ya sea por algo que vio, o lo que hizo el otro.   
           Ahí brota esa chispa típica, sobre todo para poner sobrenombres, adjetivos o inventar  frases y palabras, que se dice, es conocida hasta en el extranjero.
         Habría que preguntarse si esa supuesta "gracia", le hace gracia a las personas…o se irá demasiado lejos con los apodos?.
          Hay apodos que marcan, otros que pesan, otros que predestinan, otros que dañan, porque una vez que se lanzaron al viento,  nada los detiene, solo el pasar del tiempo  es capaz de  borrarlos y… muchas veces ni eso.
           En este caso,  esa persona que describo como un caballero, de aquellos que son una especies en extinción,  -creo estará de acuerdo conmigo-…no debe haber sido feliz  con su apodo, al menos al principio. Quizás no le quedó otra cosa que acostumbrarse y llevarse con él ese apodo hasta su muerte como el…
                      “Botica andando”… pueden creerlo?... 
         Indudablemente, lo que llevaba en el maletín -el que quedó grabado en la memoria de todos los que le conocimos- fue la razón de su apodo. 

Por : Patricia Carrillo M.

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