Mi padre lo prefería y por eso
algunas veces llegaba con este sabroso pan con un color café y una leve marca mas clara
encima. Al cabo de un tiempo se transformó en nuestro pan favorito. Era cocido
en horno de ladrillo, tal vez eso hacía la diferencia, es lo que ahora sé,
porque cuando era niña ni me daba cuenta, total las cosas estaban al alcance de
la mano y listo, nada tiene la importancia que con los años le vamos dando a
las cosas, sobre todo cuando revisamos
la cinta y vemos a nuestra abuelita amasando el pan diario que no podía
faltar … oohhh… esos años que no puedes encerrar para que no se vayan… cuanto
les costaría mantener esa panera llena…
sobre todo, cuando las familias en el pasado, eran tan numerosas… es para meditarlo
o No?
Si, porque esta
vez, fue de nuevo el padre de estos dos niños quien hizo lo mismo que mi padre.
Claro porque un día trajo a casa unos cuantos panecitos cafés, crujientes y sabrosos que inmediatamente ejercieron el mismo
efecto que en mi niñez, pues a ellos también les parecieron apetitosos y
llenó sus gustos. Luego de pasados unos
días Diego pregunta al papá…
Patricio y Diego Matus Carrillo |
¿Papi y por qué no traes ese pan del otro día”?.
-¿Cual pan
“papito”? - pregunta su padre…
-Ese que era duuuro…¡ dice Diego
¡ Aaahhh!, el pan “Molina”... te gustó...?
-¡Si .. si papá...¡ a mi también !-contesta Patricio-
Así fue como nació para quedarse “bautizado” en casa por nuestros hijos, como
el “Pan Duro”, ese ansiado y apetitoso pancito regordete que lo pedían siempre y que nunca mas se pronunció
de otra forma, pasando a formar parte de nuestra vida familiar dominical.
No comments:
Post a Comment