Thursday, December 11, 2014

MASCOTAS ANDINAS


Los cuyes.
    
  









             Son animalitos  que a pesar de crecer rodeado de personas desde el primer día, no cambian su instinto de resguardo. Siempre se están protegiendo y se acurrucan en su rincón sintiéndose con ello a salvo del depredador más grande de todos los tiempos.
               Cualquier ruido que  desconocen les provoca temor y arrancan con una velocidad impresionante. En un segundo desaparecen y se van a su  sitio “seguro” que no es mas que una frágil construcción de madera terciada con techo o no, ...pero…ese es su bunker. ¡Ooohh… pequeños seres preciosos, que son  vistos  en las ollas y sartenes!.  Sobre todo en la cocina nortina y peruana donde  se crían para el hombre, tanto en la cocina como en vestuario.
   Solo quienes los  que los criamos como mascotas sabemos lo inteligentes y hermosos que suelen ser y van desarrollando hábitos o costumbres entretenidas, pero también hacen maldades, cuando el dueño se descuida, son capaces de destruir un artículo, como sucedió en mi caso, que dejé por  un buen rato en un rincón una bota y cuando las fui a buscar para llevarlas al zapatero, me encontré con la triste  sorpresa… estaban inservibles.   
               Ellos reconocen los ruidos a  la distancia. Cuando suenan las puertas del primer piso, ya saben que viene subiendo el amo que les provee de alimentos  o escuchan el  ruido de auto y se ponen en guardia y si el amo se olvidó traerles el sustento, ellos se lo recuerdan,  de la forma mas ruidosa que tiene para  hacerse escuchar y ver.
   No podemos ignorarlos porque si no  es por el sonido que emiten, se ponen  por delante, a la vez que uno va caminando…eso, cuando andan sueltos por la casa, como hacemos en la nuestra.
               Ya bien tarde como a las 23:oo los encerramos para que duerman tranquilos  y tapaditos durante  toda la noche,  al menos eso creemos. En el día los dejamos salir a recorrer por donde ellos quieran.
Lo malo, es que hay que andar detrás recogiendo sus huellas, cosa que también le sirven al “depredador” puesto que son el resultado del mejor pasto y vegetales que engullen. Sin embargo, resultan demasiados entretenidos como para quejarse y no  aprovechar lo que la generosa naturaleza nos dio a través de estos suaves y hermosos animalitos  y  aprender de ellos como seres que entregan  alegría, felicidad y enseñarnos  que la fragilidad, inocencia  y dependencia, tiene mucha semejanza a la del ser humano, ese ser que desde  su nacimiento necesita de alguien que lo proteja, para  subsistir  como   son  los niños y luego los adultos mayores.



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